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Defender la selva lacandona, de la tala clandestina, un deber urgente

Defender la selva lacandona, de la tala clandestina, un deber urgente

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tala clandestina

 

Chiapas.- La tala clandestina ha sido durante décadas una de las principales amenazas para los ecosistemas forestales de México. Hoy, Chiapas se suma a la lista de estados afectados por esta actividad ilegal, que no solo destruye nuestros recursos naturales, sino que también pone en riesgo la biodiversidad y el bienestar de comunidades enteras.

 

En este contexto, el reciente cierre de 13 aserraderos ilegales en la región de la Selva Lacandona representa un paso firme en la dirección correcta.

 

La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), en coordinación con la Secretaría de la Defensa Nacional y la Fuerza de Reacción Inmediata Pakal, ha demostrado que el trabajo conjunto entre instituciones puede traducirse en acciones concretas.

 

El aseguramiento de miles de metros cúbicos de madera en Chiapas no solo es una cifra sin precedente, es también una señal clara de que el Estado puede y debe intervenir con decisión para proteger sus bosques.

 

La Selva Lacandona es una joya ecológica no solo para Chiapas, sino para el país entero. Su riqueza en flora y fauna, muchas veces endémicas, la convierte en un pilar fundamental de nuestra herencia natural. No podemos permitir que esta región siga el trágico camino de la Reserva de la Biósfera de la Mariposa Monarca, donde la deforestación ha cobrado un precio incalculable.

 

México pierde cada año cerca de 170 mil hectáreas de bosques y selvas, según datos de la FAO. Esta cifra debería alarmarnos a todos. Es urgente que la protección ambiental se convierta en una política de Estado permanente, no sujeta a vaivenes políticos ni presupuestales.

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Las acciones como las emprendidas en Chiapas deben replicarse y fortalecerse, especialmente en estados como Michoacán, Chihuahua, Durango, Jalisco y el Estado de México, también gravemente afectados.

 

La lucha contra la tala ilegal no termina con clausuras y decomisos. Se necesita también un compromiso real con el desarrollo sustentable de las comunidades locales, que muchas veces se ven orilladas a participar en actividades ilegales por falta de alternativas económicas. La protección del medio ambiente debe ir de la mano con la justicia social.

 

Proteger la Selva Lacandona es proteger el futuro de México. Celebramos los avances, pero exigimos que esta batalla no cese. Porque la naturaleza no puede defenderse sola, y hoy más que nunca, nos necesita a todos.


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