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María Teresa nació para dar, no para recibir

María Teresa nació para dar, no para recibir

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APUNTES PARA LAS REDES
POR HOMERO T. CALDERÓN

María Teresa Javer Pancardo ha muerto. Dios se la llevó a su jardín eterno. Allá descansará en silenciosa paz.

Hace muchos años, quizá 60, su servidor jugaba futbol americano en la Liga Intermedia de la CDMX. Ahí conocí a dos chicos con los que conviví una temporada. No se por qué llegué al equipo de Medicina de la UNAM. Uno se llamaba José Russi González. Hará unos cuatro a o cinco años, me tocó hacer lista de espera en la oficina de Fernando Mayans Canabal en el ISSET.

Fernando envió a una jovencita a atenderme. Su apellido era Russi. Echando mano a mi memoria de 45 o 50 años, le dije que yo había conocido en ese equipo de Medicina, a un chico de nombre José Russi González. Me contestó de inmediato: “Fue mi quero tío Pepe Russi, que desafortunadamente ya falleció”.

En ese mismo equipo jugaba un chico de pelo rizado de apellido JAVER. Cuando conocía María Teresa, le hice la aportación del dato y medijo. Se llama Javier y es mi primo; el es mayor que yo. Así fue como la conocí echando mano a mis recuerdos de su apellido JAVER. La vida me la puso primero como incipiente compañera periodista y luego como mujer de acción.

Su charla era optimista, risueña…amorosa. Hablaba de todo, pero le interesaban sobre todo los temas ecológicos y sociales. Los problemas de la gente necesitada. Fue escalando peldaños como comunicadora y otro de esos hermosos días, María Teresa asumió el peldaño de las Organizaciones no gubernamentales.

Que mujer tan cooperadora y noble. Empezó a buscar “algo” para dar. Hizo un nombre público difícil de olvidar. Se hizo luchadora social. Empezó en tareas que dignificaban a las familias. Lo mismo atendía a un padre de familia urgido de medicinas para sus hijos, que a madres de familia buscando apoyo para una hija embarazada.

Diré que María Teresa asumió un papel que la vida le trajo hasta la puerta de su casa. Era una pequeña hormiga atómica. Ya no tenía vida propia, era de todos. Y un buen día de hace tres meses, a través de las ONG´s me entregó –quizá inmerecidamente- un diploma por mis 40 años en el periodismo. Siento una tristeza en alma que no acaba de secarse.

Tengo lágrimas porque Tabasco perdió a una mujer de extraordinarias dotes para el servicio. Vaya, MARÍA TERESA NACIÓ PARA DAR, NO PARA RECIBIR. Descansa en paz, querida amiga…


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