Réquiem por dos amigos fraternales
APUNTES PARA LAS REDES
POR HOMERO T. CALDERÓN
Mis cuarenta años en Tabasco me han permitido conocer esta compleja sociedad donde convergen tipos y tipas de diferente origen. Con los días, los meses y los años llegué a disfrutar de esa nobleza espiritual de muchos de ellos. Cuando alguien no satisfizo mis amores, simplemente miré hacia otro lado y punto.
Lo cierto es que los mejores amigos que he hecho en esta vida son tabasqueños. Bueno, mi perro “Doki”, bautizado así por mi hija Sofía, es uno de mis mejores amigos. No es un perrito educado, es como yo. La libertad es parte de nuestros encuentros diarios. A la hora que me pongo a escribir “columna”, el “Doki” dormita en mis pies. Adoro a mi perro.
Pero hoy quiero hablar de dos amistades tan fraternas que cada que pienso una frase e intento escribirla, el llanto acude a mí y me impide continuar. Quizá por eso esta nota periodística es una de las que más he tardado en escribir.
REQUIEM UNO: El viernes 28 de julio, apenas antier, exhaló su último aliento mi hermano ingeniero civil, egresado del glorioso Tecnológico de Monterrey, Rafael Eduardo Rubio Quintero. Fue en Teapa, Tabasco donde nació. El pasado mes de abril le fue entregado el “Borrego Salvaje”, máximo galardón para los alumnos distinguidos del Tec. Adoré la amistad de Rafa.
Su mal, hasta donde sé fue un cáncer pernicioso que le quitó la vida en plena madurez como hombre de sabiduría y duro trabajo. Fue director del CAPFCE y de la Junta Estatal de Caminos y secretario de Obra Pública en el gobierno del estado de Morelos. Acompaño en su dolor a la que fue su esposa, doña Betty Cachón de Rubio y a sus hijos Bertha, José Eduardo y Rafael Enrique. Extrañaré a Rafael y a todos sus amigos les envío mis condolencias. Que descanse en paz tan distinguido y amoroso amigo….
RÉQUIEM DOS: Y ayer sábado que prosé estas líneas, como dijera el poeta César Vallejo, “los húmeros me he puesto a la mala”. Un infarto cortó de tajo la sencilla y prometedora existencia del que fue presidente municipal de Emiliano Zapata apenas hace dos años, Carlos Pascual Pérez Jasso, (a) “El Alemán”. Cuando supe de su fallecimiento levanté la vista al cielo y exclamé: “No puede ser, pero Dios supo por qué se llevó al “alemán”.
Sabes que tus amigos, a los que el amor fraternal Dios dispuso que fuera así, comparten su vida contigo. A su atribulada esposa doña Valentina Sánchez Luna y a sus hijos Fernando y Carlos Eloir Pérez Pérez les envío mi condolencia más fraterna. Tío Homero los ama. Descanse en paz el “alemán”….