El Tabasco negativo que no queremos cambiar
DOBLEFILO
UNO: Hará cosa de dos horas, un amigo de las redes que se autoerige como luchador social y “columnista”, comparte información negativa contra Adán Augusto López Hernández llenándolo de improperios. Igualmente, ayer miércoles, 21 de junio, un empresario paraíseño habla en los mismos términos de Adán Augusto. Hay en sus acervas críticas una especie de resentimiento.
DOS: Igualmente, dos columnistas amigos del periodismo, enfocan sus peores baterías en contra del pretendiente a candidato a la presidencia de la república. No sé sus proyectos y por qué, si tenemos la fortuna de tener por segunda vez una oportunidad para que Tabasco tenga otro presidente de la república, eso nos encabrona.
TRES: Un presunto amigo de las redes, me critica porque les digo a muchos morosos que pasen a pagar el agua potable para que el Ayuntamiento que preside Yolanda Osuna Huerta, posea recursos para mejorar nuestras redes de agua con la que nos lavamos todos los días el “huevito” sucio de la noche anterior. Me acusa de zalamero y que además cobro una cantidad para ensalzar el trabajo de la presidente municipal.
CUATRO: Nuestra sociedad empieza a tener una red de suicidas entre los que se encuentran niños de hasta 8 o 9 años de edad y obviamente, algunos adolescentes. Ello habla de NUESTRA SOCIEDAD TABASQUEÑA , metida en lodos malolientes que tiran hacia todos los egoísmos y envidias. Pregunto: ¿por qué actuamos y somos así?
Por nuestro bajo nivel educacional. En 1921, cuando don José Vasconcelos era el secretario de Educación Pública, trajo de Chile a su amiga la profesora Elvira Godoy (Gabriela Mistral) para que le ayudara a organizar los comités estatales para educar mejor al pueblo. La humilde maestra chilena fue al estado de Hidalgo a organizar esos grupos.
Y regresó llorando porque a la hora que entró a un salón, los niños tomaban clases en un estado de ebriedad total. Cuando ella preguntó por qué los niños llegaban borrachos, alguien le dijo que la única manera de contrarrestar el hambre para asistir a clases, era bebiendo pulque que sus padres les administraban.
Yo no sé qué pasa en los hogares de Tabasco que empiezan a presentar cifras aberrantes con niños de temprana edad que se matan (¿hastiados?) de la vida. Pero entre nuestros egoísmos, envidias y mala educación estamos forjando una sociedad no apta para vivir educadamente. ¿Qué nos pasa? ¿Tendremos que dejar a padres veracruzanos, campechanos, o yucatecos para que eduquen a nuestros hijos? O de plano nos vale madres todo….